Hay libros que parecen escritos en el reverso de un diario íntimo, con el pulso tembloroso de quien
se atreve a mirar lo que la mayoría no puede. En La risa más triste, Mariana Marx recorre las ruinas
afectivas del mundo privado: el campo y la ciudad, el taller literario y el grupo de WhatsApp, los
vínculos con los padres, los hijos, los hombres y los perros. Todo lo que brilla está manchado, todo lo
que duele reluce. Hay algo en la voz de estas narradoras —que son una y son muchas— que
recuerda la mezcla de alcohol, tierra húmeda y esmalte descascarado. Mujeres que escriben porque
no pueden no hacerlo, que recuerdan porque olvidarlo sería peor. Con humor triste y ternura
contenida, Marx escribe cuentos que son confesiones, policiales de la falta, escenas del trauma a
cielo abierto. Uno termina de leer y quisiera mandarle un mensaje: “Te escuché, no estás sola”.
Santiago Llach
Mariana Marx construye un universo narrativo íntimo, incómodo y profundamente humano, donde lo
doméstico, lo marginal y lo femenino se entrecruzan con crudeza y belleza. Con una prosa
contenida y directa, sus apasionantes cuentos revelan vínculos fracturados, secretos silenciados y
tensiones de clase, género y poder, sin caer nunca en lo obvio ni en la victimización. Lo que sus bien
logrados personajes callan dice tanto como lo que narran, y en cada relato hay una grieta —a veces
mínima, a veces brutal— por donde se cuela el deseo, la injusticia o la memoria. Daniel Balmaceda